Cuando leo sobre Senegal o viajo al país, siempre se vende la Teranga (teranga quiere decir hospitalidad en wolof, su lengua materna). Y es cierto que el país rezuma hospitalidad, que hay veces que cuesta creerse que aún haya bondad gratuita en el mundo y que la estés presenciando delante de tus ojos, pero a veces echo de menos escuchar «lo otro» que también es importante visibilizar.
Este artículo es fruto de los varios viajes que he hecho a Senegal. Y que conste que no he escrito el artículo en caliente, sino que lo he dejado reposar. Escribo esto para reflexionar, para entender… no para justificar ni acusar.
Si me conoces o me sigues desde hace tiempo, sabes que no me quedo solo en la superficie de las cosas. Cuento lo bueno y lo menos bueno y después ahondo y reflexiono. Así que voy a intentar contarte lo «no tan bueno de mis viajes a Senegal», eso que me ha hecho tambalear mis cimientos y dejarme bloqueada por meses.
Tabla de contenidos
Turismo sexual
En varios de mis viajes he estado en Saly, una población turística cercana a Dakar. Para mí es como Salou o Benidorm, una ciudad construida para el turismo europeo: restaurantes, discotecas, bares… y chicos y chicas jóvenes senegaleses/as a la caza de europeos/as de cualquier edad para pasar un buen rato a cambio de dinero para poder sobrevivir o para poder vivir mejor.
También puedo formular la frase al contrario: hay personas europeas, por lo general mayores, «dejándose querer» por jóvenes con cuerpos esculturales. Es un intercambio, aunque la persona que tiene el dinero ejerce el poder, como sucede en cualquier otro ámbito. Tengo delante de mis narices el famoso turismo sexual. Nada que opinar sobre esto, no soy quién. Forma parte del paisaje, del día a día.
Solo pienso en qué haría yo si en vez de haber nacido donde lo he hecho, hubiese nacido en otro lugar. Mi manera de pensar, mis acciones, mis principios serían otros. Yo puedo elegir, no sé si otras personas pueden.
Puedes ver la película Paraíso Amor o ver el vídeo que te adjunto para entender un poco de lo que hablo 👀
Cooperación de postureo
¿Sabes la cantidad de proyectos abandonados que me he encontrado? (escuelas, comedores, centros de salud…) ¿O de pozos muy bonitos, con su placa correspondiente con el nombre del financiador, que no sirven para mucho porque no se ha contado con la comunidad en la que se ha construido el pozo? ¿O de ropa que damos porque nos sobra y que está tirada por las calles?
Proyectos abandonados
Algunos proyectos en los que se construyen escuelas o centros de salud mueren porque luego hay que mantener la infraestructura: pagar profesores o médicos, material escolar o sanitario… El edificio construido existe, pero no da el servicio para el que se construyó. Es una rueda que demanda siempre dinero, provocando una dependencia enorme de la organización occidental encargada del proyecto. Muchas organizaciones subsisten por cuotas, donaciones o subvenciones , pero muchas otras no dejan de ser proyectos bienintencionados que solo sirven para demostrar con fotos lo buenas que somos las personas occidentales.
Donaciones de ropa
La ropa merece mención aparte. Me encontré en el tejado de una casa senegalesa en Fatick un montón de ropa proveniente de España. Esa ropa que damos para vaciar nuestro ropero y que no tenemos ni idea de a dónde va ni cuánto cuesta que llegue (y a veces no nos importa o interesa saber). No sé el tiempo que llevaba ahí amontonada, pero ya te digo yo que estaba sucia y descolorida. Alguna rota.
Pregunté por esa ropa. Había llegado en un contenedor desde España. Alguien que está en ese «business» compró esa ropa para revenderla a familias que a su vez revenden la ropa en un mercadillo o en la puerta de su casa. Esto pasa con la ropa que vale, la que no vale la encuentras tirada en las calles, plazas… y se queda a formar parte del gran basurero que es África, nuestro basurero particular. Ya sé que te da pena, pero dar ropa (u otras cosas) a África perpetúa un modelo de ayuda paternalista (nos sentimos bien) que no solo no soluciona nada, sino que genera dependencia y alimenta un modelo perverso de negocios encubiertos disfrazados de solidaridad.
Si quieres saber más sobre este tema, en enero de 2021 publiqué un artículo sobre las donaciones. Recuerda que la gente que tiene menos no tiene que estar agradecida por lo que se les dé, sea lo que sea, como si no tuvieran prioridades ni preferencias a pesar de su necesidad.
El victimismo y las exigencias
Aquí te dejo con algunas frases que escuché en demasiadas ocasiones, juzga tú mismo/a:
Mis problemas son más importantes que los tuyos
1) «Pobrecita la blanca, ¿de qué se quejará? Nosotros/as sí que tenemos problemas». Esto me lo decían si yo tenía un mal día y lloraba. Me decían: «Yo no sé si mañana voy a poder comer o si voy a poder alimentar a mi familia, eso sí que es un problema. ¿Tú por qué lloras? Eres blanca y europea, no puedes tener problemas graves».
Pues no, en comparación contigo yo no tengo esos problemas (otras personas europeas sí los tienen), pero también tengo problemas y días malos. Puedo llorar y estar triste y no ser débil por eso. No tienes la exclusividad del sufrimiento.
Dame dinero porque lo tienes
2) «Tienes que darme dinero porque lo tienes y porque todos/as los/as blancos/as que vienen aquí dan». Primero porque las personas blancas tenéis dinero (véase la gente turista piadosa que viene cargada de cosas para nosotros/as o véase las ONG que nos dan lo que necesitamos) y segundo porque nos lo debéis: somos pobres y nos habéis saqueado siempre.
Pues la verdad es que tienen razón: les saqueamos y les damos al mismo tiempo. No hablo de ti ni de mí, no personalizo, hablo del sistema en general. Esto hace que se genere entre algunas personas senegalesas el sentimiento de que «hay que darles porque les es debido» y que se manifieste un victimismo y un enfado que te dejan con muy mal cuerpo. También es cierto que nadie me ha mandado ir allí, he ido porque he querido y asumo las consecuencias.
El daño que ha hecho el sistema aceptado y aplaudido de ayudador-ayudado (el que se prolonga en el tiempo, no el de ayuda humanitaria ante catástrofes) es brutal. He visto unas exigencias tales por parte de las «personas ayudadas» que me he asustado, te lo digo en serio. Y claro, como yo no soy un colectivo minoritario, oprimido o desfavorecido, poco menos que no puedo ser firme ni tener sentimientos.
El timo al turista
3) «Te voy a timar porque sí, porque tienes dinero y, si no te gusta, no haber venido». Ves ojiplática que, mientras al resto le cobran el precio habitual, a ti te lo duplican o triplican porque eres blanca. Y se ríen mucho de este hecho.
Leo en el libro «Jodidos turistas» de la editorial Antipersona este fragmento: «Son bastante desagradables las típicas escenas en las que un occidental muy indignado relata a sus compañeros cómo un descarado autóctono le ha intentado timar vendiéndole más caro un servicio por el hecho de ser extranjero, pasando por alto que el precio que está discutiendo es una quinta parte más barato que en su país de origen -aceptando de paso como normal la brutal desigualdad que implica-.»
Yo pensaba: «a ver, si con la covid-19 han estado cerradas las fronteras un año y medio, cómo no van a intentar agarrarse a lo que hay, yo también lo haría por pura supervivencia». Pero claro, también pensaba: «es imposible que la economía senegalesa, jodida tras la pandemia, suba porque yo les dé dinero a todas las personas que me encuentre».
Un día, en Mar Lodj, opté por varias posibilidades cuando fui a visitar el pueblo y todos los artesanos me pidieron dinero a cada paso que daba: «darles a algunas personas» (MAL), darles a todas (MAL), no dar a ninguna persona (MAL)». ¿Qué es mejor hacer? Si encuentras la respuesta, dime, soy toda oídos.
Europa es «El Dorado»
4) «La gente senegalesa que está en Europa nos cuenta que hay trabajo siempre, que se gana mucho dinero y que todo el mundo vive muy bien». Cuántas veces habré escuchado esto y sé que no es verdad, pero si lo dice la gente senegalesa, ¿quién soy yo para matizar este argumento? Imposible que me crean, lo he intentado y es darse contra un muro, prefieren decir que han triunfado antes de contar la verdad ya que la apariencia es muy importante.
Ousman Umar, en el libro «Desde el País de los Blancos» cuenta que el paraíso está en los países africanos y no en Europa, que hay que empoderar a los y las jóvenes para que se formen y saquen adelante a su pueblo y su tierra. Él cree en una ayuda desde el origen para hacerles ver que el mundo se puede cambiar desde donde uno se encuentre.
Mientras las personas senegalesas no cuenten la verdad sobre Europa, no reconozcan que lo han pasado muy mal, que han sufrido racismo, que cobran una mierda por los trabajos que no queremos, que están sobreviviendo más que viviendo… seguirá existiendo el mito de que «en Europa siempre se vive mejor». No pueden permitirse el lujo de volver a su casa diciendo que han fracasado. Flaco favor les están haciendo a sus compatriotas.
La piedad occidental
5) «Pobrecitos los negros, no tienen de nada, qué cultura tan diferente, tenemos que ayudarles». La gente blanca, cuando ve estas realidades anteriormente comentadas suaviza, justifica… Ese paternalismo y ese victimismo han hecho mucho daño a ambos lados y están tan extendidos, que es difícil luchar contra ellos.
Yo ya he dejado de explicar que a veces hacer el bien no ayuda, que a veces queriendo hacer las cosas bien hacemos más daño. El filósofo Spinoza decía que “para moralizar basta con no comprender”, todo lo contrario a Aristóteles, que nos enseñó a categorizar de forma binaria, en blanco o negro, una forma que puede ser útil en según qué casos, pero resulta muy limitada para dar cuenta de la realidad, y más de la compleja realidad del ser humano.
Mira este vídeo, creo que queda claro lo que quiero decir:
Conclusiones
Cuando he contado todo esto a la gente que me ha querido escuchar tras mi viaje, alguna gente me ha preguntado: ¿esto que has sufrido es racismo? Y yo no sé qué contestar, aún ando buscando respuestas. En algunas publicaciones he leído sobre racismo inverso, pero creo que este concepto no existe, porque yo no sufro opresión cuando un grupo desfavorecido gana derechos ni me afecta lo que he vivido (más allá del impacto emocional) para acceder a la educación, a un trabajo digno, al sistema de salud, a conseguir una vivienda…
Yo creo que simplemente es ignorancia o supervivencia, pero no quiero etiquetar nada. Lo que he vivido es eso: una vivencia, una experiencia. Y la quería compartir contigo, nada más. Estoy segura de que mucha más gente piensa igual (y también habrá gente que me diga que estoy equivocada).
Si eres una persona crítica, si te interesa reflexionar y no quedarte solo en la cubierta de las cosas, echa un vistazo a estos artículos sobre la misma temática o similar:
Tras 15 años vinculada al mundo de la cooperación internacional quiero compartir toda mi experiencia para ayudarte a encontrar el voluntariado o el viaje solidario de tus sueños. Puedes descargarte mi «Manual imprescindible para personas viajeras y solidarias que buscan diferenciarse» para empezar.