Seguro que piensas (como yo hasta hace bien poco) que en algunos casos los términos de solidaridad, generosidad y altruismo son sinónimos. Todos ellos se basan en sentimientos de amor y cuidado a los/as demás. Pero vamos a ver las diferencias, que las hay. Y también lo que estas palabras nos aportan en nuestra vida y las trampas que guardan en algunas ocasiones.
No es este un artículo en el que voy a profundizar en filosofía o genética, no me atrevería. Solo voy a dar unas nociones básicas para que, con ellas, podamos reflexionar sobre estos términos.
Tabla de contenidos
Solidaridad
La solidaridad es la adhesión o apoyo incondicional a causas o intereses ajenos, especialmente en situaciones comprometidas o difíciles.
La solidaridad nace de la convicción ética de que las grandes diferencias que existen en el mundo responden a una desigual distribución de las oportunidades entre los miembros de una misma especie y, por tanto, de la necesidad de modificar, aunque solo sea un poco, esas injusticias.
Entonces, ser una persona solidaria consiste en hacer tuya la causa de otra persona (o animal), aunque a ti no te afecte, porque te parece injusta. Al hacer tuya la causa, harás todo lo que esté en tu mano para combatir esa desigualdad.
Generosidad
La generosidad es el hábito de dar o compartir con los demás sin recibir nada a cambio. Así, sin más. Esto, que parece tan bonito porque está asociado a “dar lo que tienes a otros que lo necesitan”, “anteponer las necesidades de los demás a las de uno/a mismo/a”, “compartir lo que tienes”, “ayudar sin esperar nada a cambio”, o cosas por el estilo, puede ser una trampa.
¿Y por qué? 🤔 ¡¡Pero si esto es bueno y está bien visto en nuestra sociedad!!
Porque la generosidad en sí misma es un acto de propio interés.
¿Cómorrrrr? 🤯
Te voy a poner unos ejemplos:
- Alguien dona una cantidad de dinero a una persona necesitada o a una ONG. Desconocemos el motivo: puede ser por sentirse bien, no sentirse culpable, desgravarse la donación, publicarlo en redes y así aparecer como una buena persona para que la gente le diga lo buena que es… Tampoco sabemos si esa persona tiene mucho o poco dinero, en cuyo caso le costará más o menos hacer esa donación. No es que esto desmerezca la donación, simplemente no es lo mismo.
- Alguien da juguetes, material escolar o ropa para el Sahara, los refugiados sirios o un país empobrecido. Nos podemos hacer las siguientes preguntas: ¿da cosas nuevas o da lo que le sobra? ¿Están en buen estado? ¿Los libros se podrán leer en el país de destino? ¿Tienen el mismo idioma, siguen el mismo contenido curricular que el nuestro?
En un artículo que leí hace tiempo, si no recuerdo mal, se decía que el sentirse generoso/a pone en activo una zona del cerebro en el que residen genes que te hacen experimentar satisfacción, como la que proporciona el sexo.
Stephen G. Post demuestra en un estudio que las emociones y comportamientos generosos se asocian a un mayor bienestar, salud y longevidad. Practicar la generosidad es un principio de salud mental y podría ser la clave de una vida feliz y saludable.
Además, la generosidad promueve y mejora las relaciones sociales. Cuando damos a los demás, no solo hacemos que se sientan más cerca de nosotros, sino que también nos sentimos más cerca de ellos. Esto se debe a que ser generoso y amable fomenta un sentido de comunidad y de interconexión, además de que nos hace sentir mejor con nosotros mismos.
Egoístamente hablando, nos interesa ser generosos con los demás por nuestro propio bien.
Por cierto, hay una diferencia principal entre las acepciones anteriores: la solidaridad es una forma de defenderse entre varios; la generosidad es, en último término, una forma de ofrecerse a sí mismo para los demás.
Altruismo
Procurar el bien ajeno aún a costa del propio.
Esto ya se complica… El bien ajeno a costa del propio… ¿De dónde procede esa voluntad tan férrea de ayudar a toda costa?
Hay estudios previos que confirman la relación entre el altruismo y la genética, como por ejemplo la obra “El gen egoísta” de Dawkings, que establece que “son los genes y no los individuos los agentes sobre los que opera la evolución”. Aunque otros estudios más recientes, publicados en el artículo «¿Cuál es el origen del altruismo?» hablan del altruismo como una cuestión social: «lo que encontramos es que, dependiendo del contexto social, las respuestas más naturales y rápidas tanto podían ser las altruistas o egoístas. Es decir, más allá de la naturaleza de la persona, el contexto social determinaba qué propensión tendría el participante a colaborar o sacar provecho de los demás».
Así, el altruismo puede ser de dos tipos: empático y sincero o egoísta y con el objetivo de proteger la propia reputación. El filósofo esloveno Slavoj Zizek lo describe como la hipocresía de la filantropía. E introduce el concepto de filantrocapitalismo que no es más que un intento propagandístico y egoísta de enmendar lo que el sistema capitalista ha provocado.
Pero Zizek todavía va un poco más allá y habla de que “es más fácil tener empatía con sufrimiento que tener empatía con pensamiento”. ¿Y qué quiere decir esto? El altruismo publicitario no tiene como fin acabar con los males que denuncia a través de esas ayudas. Es decir, sus remedios no curan ese mal, solo lo prolongan:
«La gente se ve envuelta por los horrores de la pobreza y es inevitable que se conmuevan con admirables pero mal dirigidas intenciones y se imponen la tarea seria y sentimental de remediar los males que ven, pero sus remedios no curan ese mal, solo lo prolongan, sus remedios son parte de la enfermedad, quieren solucionar los problemas de la pobreza manteniendo a la gente pobre viva o divirtiéndolos, pero esto no es una solución, es solo un agravante de la dificultad, el objetivo adecuado es reconstruir la sociedad de tal forma que la pobreza sea imposible —y las virtudes altruistas han impedido este objetivo», reflexiona Zizek.
Es un modo de intentar evitar que la sociedad se reconstruya sobre unos valores en los que la pobreza no exista. Zizek dice que el altruismo, como el de Bono y sus corporaciones amigas, es el verdadero impedimento para que exista una sociedad nueva en la que el mundo se construya de tal modo que la pobreza no pueda existir.
Se repara con la mano izquierda lo que se destruye con la mano derecha.
No sé a ti, pero a mí todo esto de la solidaridad, generosidad y el altruismo me hace explotar la cabeza y volver a replantearme ideas, actos y conceptos que tenía interiorizados como buenos o correctos. O sea, que queriendo hacer el bien, a veces no lo hago bien. Que a veces no haciendo nada hago más que haciendo. Esto es algo difícil de asumir. ¿Cómo se sabe distinguir? Yo de momento me quedo con la solidaridad horizontal entendida como la lucha contra las injusticias y la desigualdad (de igual a igual) y rechazo la caridad ejercida de arriba a abajo (de esto ya hablé en el artículo «Volunturismo, síndrome del salvador blanco y caridad»).
¿Y a ti, qué te ha parecido lo que has leído?
Tras 15 años vinculada al mundo de la cooperación internacional quiero compartir toda mi experiencia para ayudarte a encontrar el voluntariado o el viaje solidario de tus sueños. Puedes descargarte mi «Manual imprescindible para personas viajeras y solidarias que buscan diferenciarse» para empezar.
Tus definiciones al principio de cada término son muy buenas.
Tus citas, de ciertos autores y alguna que otra reflexión tuya, a mi humilde enteder, rayan en la racionalización. Es decir, inventar una teoría para justificar actos, conductas o ideologías negativos predeterminados.
Reuerda quesiempre es más fácil, más cómodo y más económico no dar o no ayudar… y por lo tanto tendemos a justificarlo y si lo logramos hacerlo sin pasar por antisociales mejor aun.
David
David, muchísimas gracias por tu comentario. Puede que tengas razón en tus apreciaciones, me ha gustado mucho tu exposición. A mí realmente lo que me gusta es crear debate y hacer reflexionar, no crear dogmas y menos teorías. Escribo sobre cosas que me llaman la atención y las reflexiono e investigo mucho antes de escribirlas. Coincido contigo en que es mejor hacer que no hacer, aunque a veces hacer está sobrevalorado y no se busca la raíz solo por el hecho de que «hacer el bien» está socialmente aceptado. Esa era la reflexión, aunque puede que racionalizada como tú dices. Hacer autocrítica de vez en cuando viene bien (al menos a mí me pasa). Te lo agradezco, ¡feliz día!