Cuando yo era pequeña, y debido a la educación de unos padres muy tradicionales y católicos, creía que la pobreza era sinónimo de bondad y que el sacrificio era una virtud (o sea, una romantización de la pobreza atroz). A medida que fui creciendo y, sobre todo, durante los 15 años que pasé en el mundo de las ONG y la Cooperación para el Desarrollo, fui viendo ciertos comportamientos solidarios que, aunque aceptados socialmente (y en cierta medida encumbrados -a veces desproporcionalmente, creo yo-), cada vez me producían más rechazo y no sabía por qué motivo.
¿Qué cosas son esas? Te estarás preguntando… Pues te las cuento:
Tabla de contenidos
- 1 Pobres, pero felices
- 2 El concepto occidental de minimalismo
- 3 La pornografía de la pobreza: fotografías que no ayudan
- 4 Ve al Sur para encontrarte a ti mismo y apreciar todo lo que tienes
- 5 Las historias de superación y la meritocracia: si fulanito ha podido, tú también puedes
- 6 Exceso de positividad o positivismo tóxico
- 7 Nadie quiere verse retratado como salvador blanco
- 8 Podemos hacerlo mejor
Pobres, pero felices
He escuchado 1.567.843 veces (yo misma lo he dicho) eso de: «son pobres pero felices» o «qué felices son con lo poco que tienen» o «qué importante es ver estas imágenes de negritos para valorar lo que tenemos», refiriéndose a las personas que viven en países empobrecidos.
Sara Tiyá, en el artículo «Pobres, pero felices» habla de sus recuerdos de infancia en la miseria absoluta y de que claro que se reían, pero «por eso los extranjeros se confundían. Ahí estábamos nosotros, bebiendo matarratas y permitiéndonos el lujo de pasarlo bien un rato, y ahí estaban ellos, cámara en mano, inmortalizando el momento y elogiando nuestras paredes de ladrillo visto, como si fueran cuestión de moda y no de falta de presupuesto«.
Quieren lo mismo que nosotros/as
«Y seremos pobres, y hasta felices a veces, pero queremos lo mismo que tú. Crecemos teniendo las mismas aspiraciones y recibiendo los mismos mensajes, con la diferencia de que esos mensajes se elaboran en una parte del mundo a la que no pertenecemos: la tuya. A nosotros también nos gustan los mercados bien abastecidos, los armarios llenos de ropa, la conexión a internet de alta velocidad, los coches de último modelo y las vacaciones en el extranjero. ¿Capitalista? ¿Consumista? ¿Antiecológico? Seguramente. Pero te llevas las manos a la cabeza cuando somos nosotros quienes lo queremos, no cuando eres tú quien lo disfruta».
El exotismo de lo auténtico
«Hace poco me contaba una conocida que había ido a Perú, y, como buena viajera, quería ver las comunidades auténticas, esas donde la gente aún está como hace siglos. Después de varios días en el país, consiguió llegar a una aldea donde los indígenas vivían de hacer artesanía para vender a los turistas. Y se sorprendió cuando una de las artesanas le dijo que su smartphone le encantaba, que ella también quería uno. “Qué pena, ¿no? Al final el capitalismo se lo come todo”.
Esa artesana indígena no tenía derecho a querer un teléfono con conexión al resto del planeta. No podía querer ver lo que otros ven, ir a donde los otros van, ni hacer otra cosa que no fuera permanecer en su sitio, pobre, incomunicada, para que mi conocida pudiera subir fotos cool a las redes sociales con sus collares de semillas».
La pobreza no es exótica. Nadie que es pobre está contento de serlo. No hay poesía en racionar el arroz, no hay misticismo en los zapatos con agujeros, no hay beatitud en la gotera sobre la cama. Creer tal disparate, o fomentar esa creencia, es perversidad en estado puro. La pobreza debilita, la pobreza humilla, la pobreza desespera.
El concepto occidental de minimalismo
Algunas corrientes actuales nos dicen que la felicidad (la única y verdadera) se encuentra de manera casi exclusiva en tener menos cosas y que todo lo demás es un mero reflejo del vacío existencial que sufrimos los hijos de los siglos XX y XXI que banalmente intentamos esconder detrás de “cosas”.
Cuando vemos imágenes de países empobrecidos o cuando viajamos a dichos países, solemos hacer la siguiente observación: «Tienen menos, llevan una vida más sencilla, seguro que son más felices en el fondo”. Otra vez volvemos al pobres, pero felices. Las personas ricas pueden permitirse ser minimalistas porque en el momento que necesiten algo lo compran y ya está. Los pobres no se pueden permitir ese lujo.
Imagínate nuestros viajes, en los que nos recorremos muy bien preparados (mochila de 50 litros, zapatillas buenas, ropa variada para todo tipo de clima, móvil última generación, cámara…) catorce países empobrecidos en seis meses, si volvemos diciendo que es muy fácil vivir sin tener nada. Que lo bonito es la experiencia y que los niños pobres sonríen mucho. Parece un burla, ¿no crees?
Sí que es cierto que el minimalismo en Occidente, como reacción al consumismo atroz, tiene mucho sentido hoy para intentar cuidar nuestro planeta. Pero en otros países no tiene ningún sentido y ciertos mensajes causan daño.
Héctor G. Barnés, en su artículo «Que no te engañen: los ricos no tienen nada y los pobres, demasiadas cosas», habla de que entre los defensores del minimalismo, del «vive mejor con menos», late un nuevo moralismo que olvida que solo quien tiene mucho puede permitirse vivir sin nada.
La pornografía de la pobreza: fotografías que no ayudan
En ciertos momentos del año, como la Navidad, las redes sociales se inundan con mensajes sobre la importancia de ser agradecido por la familia, amigos/as y el bienestar porque hay niños hambrientos en África que desearían haber tenido una cuarta parte de tu buena fortuna.
A veces, esos mensajes se ilustran con imágenes de niños famélicos o tristes porque no reciben tu ayuda o con frases del estilo «NECESITAMOS TU AYUDA PARA QUE ESTO NO PASE» o «ESTO ESTÁ PASANDO EN X SITIO. ¿QUÉ ESTÁS HACIENDO TÚ?». Tanto las imágenes como los mensajes, alimentan un concepto conocido como ‘pornografía de la pobreza’.
La pornografía de la pobreza es una táctica utilizada -usualmente, pero no exclusivamente- por organizaciones de caridad y sin fines de lucro para lograr empatía, incomodidad, pena, culpa, etc. y así conseguir contribuciones de donantes.
Tienes que ver este vídeo, en clave de humor, que ilustra este tema 👇
¿Cuántas/os de nosotras/os hemos considerado la posibilidad de que en lugar de ayudar a las demás personas, la pornografía de la pobreza causa un daño considerable?
Proxenetas de la pobreza
Chester Higgins, un fotógrafo que ha estado viajando a África desde 1971, habla de que «hay una tendencia humana, por unos más que otros, de personas que quieren ser útiles. Los anuncios de este tipo hacen que sea más fácil. Llamas a un número de teléfono, haces una donación y has hecho algo bueno». Él se refiere a los fotógrafos, organizaciones benéficas y organizaciones no gubernamentales que se aprovechan de las situaciones de personas en extrema necesidad como «proxenetas de la pobreza».
Este tipo de imágenes o vídeos presenta a la gente del Sur como incapaz de superar su sufrimiento sin ayuda del exterior. No se centran en las causas, solo en lograr que tú ayudes con tu dinero apelando a un supuesto sentimiento de «solidaridad». Es el famoso dar peces en vez de enseñar a pescar.
Las personas protagonistas nos piden que lo hagamos de otra manera
Las personas protagonistas de estas imágenes o vídeos (a las que nadie les pregunta si quieren salir en redes) nos están pidiendo (y no estamos escuchando) que por favor, no publiquemos estas imágenes. Te dejo con un hilo interesantísimo de Sani Ladan, activista camerunés defensor de los Derechos Humanos:
Ve al Sur para encontrarte a ti mismo y apreciar todo lo que tienes
Ya he hablado en otras ocasiones de una práctica, el volunturismo, que lleva a personas blancas a viajar a países africanos para sentirse útiles y volver al confort de sus hogares sintiendo que ir a ayudar les ha cambiado la vida, haciendo de los países del sur global su parte temático de la transformación personal. Esas personas, además, vuelven con el síndrome del salvador blanco diciendo cosas del estilo de “África me cambió la vida” (seguro que lo has oído, yo lo dije alguna vez) y que implican prácticas del estilo de la pornografía y la romantización de la pobreza.
Pero es que es lo que hemos aprendido y cuesta quitarnos esa idea, pero si no escuchamos a las nuevas generaciones de activistas racializados/as que nos están advirtiendo de que así no, no vamos a ayudar en nada. Todo lo contrario: vamos a perpetuar estereotipos.
¿Qué es el volunturismo?
Desirée Bela-Lobbede, activista y comunicadora afrodescendiente, me abrió los ojos en este sentido, así que aquí te dejo aquí un audio suyo algo controvertido que no tiene desperdicio:
El voluntariado no es un parque de atracciones
Raquel Lorenzo Bernal, otra persona como yo que ha cambiado de perspectiva tras muchos años en el mundo de la cooperación y el voluntariado, nos cuenta en el artículo «El voluntariado no es un parque de atracciones para personas vacías» lo siguiente:
«Lo que menos necesitan los países del Sur global es recoger a gente con problemas existenciales y convertirlos en un parque de atracciones para personas vacías con ganas de ayudar a los demás para salvarse a ellos y ellas mismas.
Una persona voluntaria, cuando decide emprender este viaje sabe que el cambio personal está implícito en la experiencia y no es su principal motivación para decidir hacerlo. Su principal motivación es asomarse al otro lado de sus derechos y comprometerse activamente en el cambio. Una persona voluntaria, sabe que a su vuelta aún quedan muchas cosas por hacer, y no es precisamente actualizar en sus redes sociales sus fotos y ya».
Las historias de superación y la meritocracia: si fulanito ha podido, tú también puedes
Los llamados “testimonios de vida” encierran un encubrimiento de la realidad y son una de las principales banderas de la romantización de la pobreza. Veamos dos ejemplos:
Atención al mensaje: el pobre es pobre es pobre porque quiere, porque no se esfuerza, porque no busca salir de su condición. Si no, mira a este niño, que con tal de educarse sortea obstáculos naturales y el olvido absoluto de los responsables de proveerle lo que sus derechos exigen. Y mira la maestra, que está contentísima de caminar dos horas al día bajo las inclemencias del tiempo para hacer su trabajo. ¡Solo hay que trabajar duro y tener una actitud positiva y ya está!
Este tipo de ejemplos desembocan en pensamientos como “si ellos han podido, los demás también”, “el pobre es pobre porque quiere”, “si te esfuerzas y le pones voluntad, lo lograrás” o, de lo contrario, eres un conformista con tu mediocridad.
Mira, si fulanito ha podido, me alegro por él. La cosa es que el caso de fulanito no es la regla, sino la excepción, pero los medios y algunos gurús me lo venden como regla. Y no. No todos consiguen atravesar el umbral que divide a lo “pobre” de lo “no pobre” o, si se quiere, el que divide la “vida indigna” de la “vida digna”. Tampoco es pobre porque así lo quiso; en realidad y, siendo coherentes, a nadie (creo yo) le gustaría vivir indignamente, pobre, sin servicios básicos. Y está muy bien premiar el esfuerzo, pero no cuando nos movemos en el plano de la desigualdad.
Exceso de positividad o positivismo tóxico
La meritocracia tiene mucha conexión con el concepto de exceso de positividad o positivismo tóxico, propuesto por el surcoreano Byung-Chul Han, como característica de una sociedad de rendimiento, en donde el poder (entendido como capacidad) se torna ilimitado.
En este nuevo paradigma de rendimiento, surge el individuo que posee como valores el esfuerzo, la voluntad, la tenacidad, la perseverancia y todos los demás valores positivos que se le puedan asignar. Valores que, por su exceso, nublan o sesgan a la persona romantizando la pobreza, el sobresfuerzo y la autoexplotación, haciéndote creer que el sacrificio (de tu tiempo, de tus energías, de tu felicidad) es necesario para una vida digna. Si antes se condenaba la pobreza, ahora se la romantiza.
El problema con la sociedad de rendimiento y el surgimiento de estos pensamientos es que engendra personas depresivas y ansiosas. El «todo se puede» tiene sus efectos negativos cuando la persona se topa con la realidad de la desigualdad de oportunidades y de condiciones. El exceso de positividad es tan perjudicial como el de negatividad.
Nadie quiere verse retratado como salvador blanco
Cabe la posibilidad de que estés leyendo esto y te hayas sentido algo indentificado/a o que pienses que esto no va contigo. O que estoy exagerando. No lo hago. Ni tú ni yo tenemos la culpa de haber nacido donde hemos nacido y de que el mundo sea como es, pero con nuestros actos podríamos perpetuar esa horrenda iconografía del superhéroe europeo en tierras africanas que rescata a víctimas de la miseria.
Ahora, con todo lo que sabes, dime… ¿Cuántas cosas te chirrían aquí? 👇

Titular del Daily Record: Gerard Butler, con la caridad y contra la pobreza, sirve comidas que cambian la vida de niños de todo el mundo. Imagen: PA.
Podemos hacerlo mejor
Nos lo han dicho las personas racializadas, las personas protagonistas que viven y sufren ciertas condiciones que nosotros/as ni olemos. ¿Quieres seguir haciendo las cosas de la misma manera o quieres aprender al igual que yo lo hice?
Se acerca la Navidad, la época de la solidaridad por excelencia: rastrillos, donaciones, apadrinamientos, recogidas de material para enviar a África… ¿Lo estamos haciendo bien? ¿Cómo lo podríamos hacer mejor?
Te propongo hacer conmigo el 🌎 RETO GRATUITO «WE ARE THE WORLD» 🌎. Este reto gratuito de 7 días (del 14 al 20 de diciembre) consiste en aprender, debatir, desmontar mitos sobre la cooperación, las ONG, el voluntariado internacional, los viajes solidarios, el volunturismo, el complejo del salvador blanco, los conceptos de ayuda, caridad y solidaridad, diferencias entre turismo sostenible y responsable, cómo podemos hacer activismo con y sin viaje…
📌 Mi objetivo principal es orientarte y que resuelvas todas tus dudas 🙋♀️ Tienes toda la información aquí https://solidaridadviajera.com/reto-we-are-the-world/
Te espero dentro, merecerá la pena, te lo aseguro. ¡Gracias por haberme leído!
Tras 15 años vinculada al mundo de la cooperación internacional quiero compartir toda mi experiencia para ayudarte a encontrar el voluntariado o el viaje solidario de tus sueños. Puedes descargarte mi «Manual imprescindible para personas viajeras y solidarias que buscan diferenciarse» para empezar.
He leído tu post y me parece genial. Me ha permitido darme cuenta de muchas cosas, que aunque me sonaban incómodas al verlas o leerlas, no entendía por qué las sentía mal. Gracias
Muchísimas gracias a ti por el comentario y por tu reflexión. A veces lo que nos incomoda es lo que nos hace modificar actitudes. Y estar abierta a hacerlo es un gran paso que no todo el mundo tiene la osadía de dar, así que siéntete orgullosa de ello. Aquí estamos para seguir aprendiendo. Un abrazo
Muy buen desarrollo.
Claro. Real.
Pienso exactamente igual.
Te felicito.!!, por poder expresar un tema tan extenso, tan claramente y completo.
Saludos desde Zapala / Neuquén. Patagonia Argentina
Muchísimas gracias por tu comentario, Nancy. Un abrazo
Muy buen articulo!! Nr parece vergonzoso todo tipo de romantización de la pobreza, un insulto a todos los que viven o algun dia hemos vivido inmerso en esta realidad tan dura….Pero no veo que lo que ofrezca tu sea diferente de lo que ya hay.además uno de los problemas de los viajes solidarios es que el 80% de la pasta se queda en Europa.
De toda forma gracias por el artículo
Saludos.
Gracias por tu comentario, Celia. Lo que yo ofrezco es reflexionar, debatir, aprender a pensar, desaprender… No creo que sea mejor ni peor que otras ofertas, ni muy diferente. Lo que sí sé es que cada viaje es único porque las personas que lo forman son únicas y porque no hay imposiciones, simplemente se muestra lo que hay, luego tú tienes que sacar conclusiones. Incluso si me equivoco, me encanta escuchar otras opiniones que me hagan ver algo que yo no he podido ver. Pero una cosa sí te digo: que el 80% se queda en Europa, es falso. De nuevo gracias 🙂