Acabo de terminar el libro «Por qué no hablo con blancos sobre racismo» de Reni Eddo-Lodge y creo que es un libro imprescindible que todas las personas blancas deberíamos leer. El prefacio ya es brutal (me he sentido identificada con las emociones de hablar sobre algo y que casi todos/as te cuestionen e interpelada por la parte que me toca por ser blanca).
He aprendido el significado de racismo en todos los aspectos, el cual no se manifiesta solo en agresiones, que es lo que tenemos más identificado, sino también en prejuicios, creencias y actitudes. Y eso es lo que deberíamos revisar.
En este post te cuento un poco por qué es necesario ver lo visible e invisible, desaprender y aprender, deconstruirse y hacer algo más que mostrar compasión por las personas desfavorecidas. Todo esto para que cuando digamos esa frase de «queremos construir un mundo mejor» sepamos de qué estamos hablando.
Tabla de contenidos
- 1 Por qué no hablo con blancos sobre racismo
- 2 Ejemplos de situaciones o conversaciones en el día a día que ponen de manifiesto nuestro racismo
- 3 Y tú, ¿qué opinas sobre el racismo?
Por qué no hablo con blancos sobre racismo
Reni Eddo-Lodge, escritora y periodista, dice en el prefacio de su libro lo siguiente:
«He dejado de hablar con blancos sobre racismo. No con todos ellos, pero sí con la amplia mayoría que rechaza aceptar la legitimidad del racismo estructural y sus síntomas. No puedo seguir enfrentándome al abismo de la desconexión emocional que las personas blancas exhiben cuando una persona de color articula su experiencia. Su mirada se apaga y se endurece. Es como si entrara melaza en sus oídos y bloqueara sus canales auditivos. Es como si ya no pudieran oírnos».
La desconexión emocional
«Esa desconexión emocional es la consecuencia de vivir ajenos al hecho de que el color de su piel es la norma, y que todos los demás colores se desvían de ella. En el mejor de los casos, a las personas blancas se les ha enseñado a no mencionar que las personas de color son «diferentes», por si acaso nos ofende. Creen de verdad que las experiencias que han vivido como consecuencia del color de su piel pueden y deben ser universales.
No soy capaz de seguir enfrentándome a la actitud defensiva de los blancos ni a su desconcierto cuando se enfrentan al hecho de que no todo el mundo experimenta el mundo de la misma forma en que ellos lo hacen. No han tenido que pensar en lo que significa, en términos de poder, ser blanco, de modo que cada vez que se les recuerda, ni que sea de pasada, lo viven como una afrenta. Ponen los ojos en blanco o los abren como platos, indignados. Tuercen el gesto y se ponen a la defensiva. Abren la boca y tratan de interrumpirte, y se muestran ansiosos no por escuchar, sino por que te calles, porque necesitan hacerte saber hasta qué punto estás equivocada».
La negación
«Y la negación frontal, los extraños razonamientos y las acrobacias mentales de los blancos cuando se les llama la atención al respecto hacen que no me vea con fuerzas de seguir discutiendo con ellos sobre el tema. ¿Quién querría, en realidad, que se le hiciera notar la existencia de un sistema estructural que lo beneficia a expensas de otros?
[…]
Debo cuidar mucho lo que digo, porque si muestro frustración, enfado o exasperación esa persona echará mano de los consabidos tópicos racistas sobre la amenaza que supone para ellos y para su seguridad enfrentarse a una persona negra airada.
[…]
Debe de ser agradable sentir que tienes permiso para hablar y para mostrar tu indignación incluso cuando por una vez se te pide que escuches».
Mis reflexiones
Empieza fuerte el libro… Como te decía antes, me he sentido identificada por ciertos debates que he tenido sobre feminismo con hombres sobre todo (si en el título cambiamos blancos por hombres y racismo por feminismo, las emociones son las mismas). Y en este caso además me he sentido interpelada porque yo soy blanca y no me puedo ni imaginar las veces que habré hecho eso que describe la autora.
Me ha parecido muy interesante el libro ya que no solo aporta datos reales y demostrados, sino que también es un libro que hace que la gente blanca seamos conscientes de que tenemos privilegios. Personalmente pienso que es un ensayo corto, que se lee muy rápido y que informa mucho.
Me ha gustado la manera de explicar y sobre todo es muy interesante conocer estos datos y estas experiencias, ya que yo, al ser una mujer blanca, lo máximo que puedo hacer es seguir educándome sobre el tema, eliminar mis prejuicios, defender y luchar contra comentarios y situaciones racistas pero, jamás apropiándome de una lucha que no es mía y que no he vivido, siempre dando paso y voz a las personas que realmente lo sufren.
Ejemplos de situaciones o conversaciones en el día a día que ponen de manifiesto nuestro racismo
Las películas
Vi hace un año la película Adú y, aunque no es la película de mi vida, me gustó: tres historias paralelas que, a mi modo de ver, visibilizaban el problema de la migración al gran público. Y además la peli contaba con el asesoramiento de CEAR.
Y es entonces cuando, tras los premios Goya, leo el relato de una persona migrante, apoyada por muchas más -migrantes o no, pero sí racializadas-, que ha visto la película Adú y con sus comentarios me vuelvo a morir de la vergüenza por no haberme dado cuenta de lo que la película significa para esas personas. Cuánto me queda aún por aprender…
Mamadou Dia, activista senegalés, escribe esto sobre la película:
«Los protagonistas pueden tener historias reales de vidas duras, pero ¿todo el ambiente? ¿Todos los países? ¿Todos los espacios de la película? Me parece demasiado, me parece una mierda enorme.
Lo único que sé es que las y los que pensáis que sabéis de África, de los africanos y las africanas, de migración o de racismo, os queda mucho por aprender y mucho por escuchar y muchísimo por entender. Queda un largo camino, que empieza por escuchar y no dar por hecho, ni opinar sobre cosas que no te han tocado en primera persona.
Por mucho que quiera y queramos explicar hay personas que no van a entender, hay cosas que van más allá. Necesitamos dignidad, solo con dignidad somos humanos y humanas. Tener que vender sufrimiento y pobreza para sensibilizarnos es jodido, pero comprarlo en empatizar es el colmo.
No hace falta ver esto para entender la migración, no hace falta ver esto para reclamar justicia social. Basta de clichés, merecemos más humanidad y más consideración por el bien de la evolución humana».
Ahora más que nunca veo que ciertas actitudes y creencias que tenemos son una construcción histórica y colectiva, incluso institucionalizada, que está tremendamente arraigada en nuestro imaginario colectivo.
Los prejuicios
Prejuicio: opinión preconcebida, generalmente negativa, hacia algo o alguien.
Alejandra Ntutumu, fundadora y directora de POTOPOTO, nos cuenta en el artículo Herramientas educativas para la diversidad cultural el experimento de «Las muñecas de los Clark»:
«En la década de los 40, el matrimonio formado por dos psicólogos afroamericanos Mamie Phipps Clark y Kenneth Bancroft Clark, puso de manifiesto que los niños y niñas poseían prejuicios y estereotipos como consecuencia de la discriminación racial.
“La prueba de la muñeca negra” consistía en mostrar a niños afroamericanos de seis a nueve años de edad dos muñecas, una de tez blanca (que correspondía a la imagen de una persona caucásica) y la otra de tez negra (que correspondía a una persona afroamericana). Durante el experimento el matrimonio realizó diferentes preguntas a los niños y niñas, entre ellas: señálame la muñeca que sea la “buena”, señálame la muñeca que parezca la “mala”, señálame la muñeca “fea”, dame la muñeca que se parezca a ti.
Los pequeños atribuían características de buena y guapa a la muñeca blanca, y asociaban lo feo y malo a la muñeca negra. El estudio es además doblemente impactante, porque muestra que esos mismos prejuicios son asimilados por los niños y niñas negros, mermando su autoestima y reproduciendo prejuicios asimilados por una sociedad racista. Este experimento tuvo un gran impacto y a día de hoy se realizan pruebas similares en diferentes países».
A día de hoy, se sigue replicando este experimento con similares resultados. La conclusión es que en niños de tan corta edad, el racismo necesariamente es fruto de los estímulos recibidos de su entorno y no de una convicción personal.
Los estereotipos
Estereotipo: imagen o idea aceptada comúnmente por un grupo o sociedad con carácter inmutable. Esta imagen se forma a partir de una concepción estática sobre las características generalizadas de los miembros.
Ejemplos de palabras o rasgos aplicados a la población negra
En La imagen del Sur: racismo, clichés y estereotipos de Manuela Mesa podemos encontrar un capítulo sobre cuáles son las PALABRAS O RASGOS APLICADOS A LA POBLACIÓN NEGRA:
- FÍSICAMENTE: feos, parecidos a los monos, huelen mal, y son muy sensuales.
- MENTALMENTE: deficientes, incompetentes, ignorantes, analfabetos. Son incapaces de pensar de manera abstracta, tienden a imitar.
- MORALMENTE: supersticiosos, primitivos, salvajes, bárbaros.
– demoníacos, crueles, caníbales, inclementes.
– niños grandes de aspecto feliz, dependientes, irresponsables, imprevisores, cobardes, impuntuales, perezosos.
– mentirosos, codiciosos y ladrones.
– vacíos, vanos, desagradecidos.
– gran sexualidad, animalidad, no hacen el amor: copulan.
– buenos sirvientes y soldados. - EMOCIONALMENTE: son incapaces de emocionarse. Impulsivos, inestables, pasionales y temperamentales.
– buenos para el baile y la música. - CARÁCTER: resignados, falsos, sin iniciativa, irracionales, caprichosos, infantiles, naif, sádicos, sonrientes.
- LENGUAJE: cacarean, mascullan, barbotean, gritan.
- CULTURA: inexistente, estática, bárbara, bestial, desordenada, caótica, atrasada y primitiva.
- ARTES PLÁSTICAS: simplista, infantil, naif, sin creatividad.
- MÚSICA: monótona, diabólica, salvaje, excitante, frenética.
- DANZA: obscena, diabólica y salvaje.
- LOS HOMBRES AFRICANOS SON:
– sin ambición, la mujer hace todo el trabajo.
– muy dotados sexualmente, anhelan violar a una mujer blanca.
– irrespetuosos con la mujer negra: poligamia, compra y venta de sus esposas, etcétera.
• LAS MUJERES AFRICANAS SON:
– esclavas, bestias de carga.
– objetos sexuales.
– insensibles, malas amantes.
• LOS MULATOS SON:
– impuros, antinaturales e indeseables.
– despreciables, rechazados por las otras razas.
– astutos, hábiles.
Fuente: WYMEERSCH ET BOGERS, 1991: 85; y MILBURY-STEEN, S.L.,1980: 35-37.
Ojo que la fuente es de los años 1980 y 1991 y yo aún sigo escuchando esto. Y estoy casi segura de que tú alguna vez has dicho o escuchado alguna de estas palabras asociadas al conjunto de la población negra. Confieso que alguna palabra de estas he utilizado. Porque claro, yo los conozco a todos/as y puedo decir que «son así». Y las palabras asociadas, lindas precisamente no son.
¿Qué es lo que sabemos de África?
Al igual que en el experimento de las muñecas de los Clark, los calificativos vienen preestablecidos por nuestro entorno, y si no, veamos este caso real de una profesora española que en 2013 hizo escribir a sus alumnos/as de infantil de 5 años qué sabían de África:
Yo tengo que decir que a mis cinco años no hubiera sabido ni qué contestar, tal era el desconocimiento que en mi época se tenía sobre ese continente. Pero, ¿no te parece curioso que ciertos estereotipos se repitan? (son pobres, no tienen nada…). Eso es lo que seguimos reproduciendo en Occidente en pleno siglo XXI.
El mundo de la cooperación es racista
Chema Caballero habla de que el sector humanitario no está exento de racismo:
“’La supremacía blanca prevalece en el sector de la ayuda. La gran mayoría de los jefes de organizaciones y puestos de alto nivel están ocupados por personas blancas, en su mayoría hombres’ se lee en un artículo aparecido el 15 de junio de 2020 en The Guardian: The aid sector must do more to tackle its white supremacy problem.
El hombre blanco sigue pensando que es el único en condiciones de salvar a la humanidad. Todavía hoy mantiene el control de los recursos y el diseño de las políticas de cooperación y ayuda humanitaria, porque desconfía de los agentes locales. Transferir estos aspectos equivaldría a perder su poder y su posición de superioridad. Por eso es difícil dar pasos firmes hacia la localización de los proyectos. Lo que significaría aumentar el papel de los agentes nacionales, así como otorgar mayor valor a la experiencia y el conocimiento local, que incluye el dominio de la lengua, la cultura, la filosofía, las costumbres y tradiciones del terreno que se pisa.
Pero quizás, lo que de verdad subyazca aquí sea el racismo que sigue condicionando tanto nuestras acciones, que no nos permite fiarnos de los africanos, a los que seguimos viendo como sujetos necesitados de nuestra ayuda para su salvación o como niños a los que tenemos que tutelar para que no nos organicen una nueva pifia. Solo nosotros, los blancos, sabemos lo que es bueno para ellos».
Algunos ejemplos
Yo procedo del mundo de la cooperación y no puedo estar más de acuerdo con lo que dice Chema. El mundo de la ayuda es un sistema muy bien montado sostenido en buenas intenciones que jamás puede hacer daño y que no tiene que revisar nada porque no hace nada mal. Por supuesto que un día yo estuve en el lado de «creo que lo estamos haciendo bien», pero supongo que, al igual que Chema, con el paso de los años y con la experiencia te vas dando cuenta de lo racista y paternalista que es ese sistema.
Y para muestra, un botón. Aquí te dejo con dos tuits que desde mi cuenta de Twitter @SolidariViajera señalé, creo que con mucha educación, y que como verás, nadie respondió:
Y te pongo otro ejemplo, este es reciente. Una amiga me hizo llegar el programa de las primeras Jornadas sobre Feminismo y Cooperación al Desarrollo organizadas por el Gobierno de Aragón los días 25 y 26 de marzo de 2021 para tratar la igualdad entre hombres y mujeres en las políticas de solidaridad. Me he leído el programa (puedes verlo tú también si pinchas en la imagen) y he buscado a las ponentes. Ni una persona racializada está en el programa y eso que son unas jornadas de cooperación.
Recurro a Reni Eddo-Lodge de nuevo y leo: «Cuando las feministas son capaces de ver que un panel compuesto solo por hombres es un problema pero no son capaces de ver que un panel en el que solo aparecen blancos lo es también, vale la pena preguntarse por quién están luchando en realidad». Pues eso, que el etnocentrismo aparece de nuevo.
El cuestionamiento a la discriminación positiva o cuotas
Hace unos días, se puso este tema de moda porque Amanda Gorman, la poeta que leyó el poema The hill we climb durante el acto de investidura de Joe Biden como presidente de los Estados Unidos de América, ha pedido que quien la tradujera fuera o mujer joven o de orígenes africanos o que tuviera un perfil activista.
La polémica no tardó en llegar. Los traductores elegidos por la editorial y desechados por Amanda, contrariados, hicieron público su malestar. «Tendré que ponerme betún», dijo uno (y cambiar de sexo, añado yo).
Vaya, vaya… Otro ataque al ego blanco… A ver qué dice Reni Eddo-Lodge en su libro de esto:
«Los programas de discriminación positiva se enfrentan a menudo a una fuerte oposición. Al estar hechos para combatir la sobrerrepresentación de la población blanca, hace que se perciban a menudo como una iniciativa superficial, cuando no un insulto a todas esas personas que trabajan duro y que han logrado sus empleos de primera categoría solo gracias a sus méritos».
La meritocracia
«En todas las mesas redondas a las que asisto, la meritocracia y las cuotas son temas que tienden a salir una y otra vez. Las preguntas más repetidas son: ¿es justo? ¿Que haya cuotas significa que las mujeres y las personas de color están recibiendo un tratamiento especial, que obtienen ventajas de las que los demás no disponemos? ¿No deberíamos juzgar a los candidatos por sus méritos? La premisa detrás de cualquier argumento en contra de la discriminación positiva es que eso no es jugar limpio.
Se insiste en el mérito, dando por supuesto que los actuales directivos, mayoritariamente blancos de cualquier industria han llegado a donde están con mucho esfuerzo y sin ninguna ayuda externa, como si ser blanco no fuera ya una ventaja de por sí, como si no fuera algo que predispone al entrevistador favorablemente hacia el candidato, por pura familiaridad.
[…]
No vivimos en una meritocracia y fingir que el trabajo duro, y solo eso, es suficiente para conseguir el éxito es un ejercicio de ignorancia deliberada.
Que te opongas a la discriminación positiva porque dudas de que así vaya a contratarse a la mejor persona para el puesto pone, sin tú saberlo, en evidencia el aspecto que crees que tiene el talento, y el tipo de persona en el que crees que reside. Porque si el sistema actual funcionara correctamente y, si las prácticas de contratación estuvieran captando y promocionando con éxito a las personas correctas para los trabajos correctos en todas las circunstancias, tengo serias dudas de que tantas posiciones de liderazgo fueran a estar ocupados por hombres de mediana edad blancos.
[…]
Los programas de discriminación positiva no van de llenar el lugar de negros, a expensas de las personas blancas, sino de conseguir que las organizaciones sean un reflejo de la sociedad a la que sirven».
No te sientas atacado/a
Y Desirée Bela-Lobedde, en su artículo Hermanas, yo sí os creo añade esto:
«Aquí se pone el peso en que se falta al respeto a los traductores y traductoras. Pero, ¿qué hay del respeto a la voluntad de la autora de la obra original?
[…]
Es una acción política. Gorman trata de abrir un espacio a las personas afrodescendientes dentro del mundo editorial catalán, un sector muy blanco y falto de diversidad étnica y racial.
[…]
Sería genial que esta noticia estuviera generando espacios de participación con debates constructivos y enriquecedores. Que hubiera presencia de personas afrodescendientes expertas que pudieran aportar su punto de vista sin ser atacadas. Sería interesante poder escuchar todas esas intervenciones y que estas personas expertas sintieran que se las escucha, no que se pisotean y se desmerecen sus aportes. Pero no estamos en el punto de poder aceptar estas perspectivas todavía, desafortunadamente».
Las imágenes que usamos para sensibilizar o vender
Destaco estos fragmentos del artículo de El Salto Tiempos en los que consumir muerte como espectáculo:
«¿Qué pasaría si dijésemos que las imágenes de las personas que mueren intentando alcanzar territorio europeo no son necesarias, que violan la integridad de las personas fallecidas?
Nuestra imagen y el derecho sobre ella, algo tan protegido para los residentes de la Europa de la individualidad, la privacidad y la intimidad, pero tan poco respetado para los ‘otros’ que llegan en patera. Supervivientes de tragedias, menores de edad, víctimas de trata… personas que quedan sobreexpuestas sin poder reclamar derechos ante el ‘salvador’ que los enfoca violentamente.
Todo da un giro aún más macabro cuando resultan personas fallecidas, cuerpos flotantes desposeídos de toda humanidad filmados desde múltiples ángulos y cuyas imágenes son distribuidas en masa para continuar ese ejercicio de “sensibilización”.
Y es que en su momento nadie necesitó vídeos de las víctimas del 11M desangrándose para comprobar que la muerte y el dolor habían explosionado en nuestro país, como hoy nadie debería pedir fotografías de niños ahogados para asegurarse de lo asesinas que son las políticas europeas en el Mediterráneo. Pero se hace, se reclaman esas imágenes porque, en un ejercicio de perversión egoísta, hay quienes instrumentalizan el cuerpo del ‘otro’ pretendiendo curarse su racismo endémico. Doblemente racista».
Ya te conté en el artículo La romantización de la pobreza en qué consiste la pornografía de la pobreza y que nos están pidiendo las personas racializadas que por favor no usemos este tipo de imágenes, ni de muertes ni de menores, así que no me extiendo más en este tema. Solo quiero que pienses en qué sentirías tú si la imagen de tu madre/padre/hermano muerto apareciese en mil publicaciones diarias de otros países o si la imagen de tu hijo/a estuviese en los anuncios de ONG, agencias de viajes o influencers de medio mundo sin tu consentimiento.
Si es pobre, ¿por qué tiene ese móvil?
Bufff… Este tema trae consigo mucha polémica. Hoy sin ir más lejos, he escuchado lo siguiente: «los gitanos van a pedir ayudas, pero tienen un móvil mejor que el mío». Vaya por delante que hace tiempo que aprendí a no juzgar a la gente por sus decisiones porque desconozco su contexto, porque no me ha tocado vivir lo que a esa persona le ha tocado vivir y no sé cómo reaccionaría yo y porque sus circunstancias son suyas y de nadie más.
Juzgar se nos da muy bien
La forma en que la gente hace las cosas es un tema habitual de juicio. Más aún si la persona objeto de observación y comentarios vive situaciones de escasez o se queja de llegar apurada a final de mes. La imagen que a todos/as nos iría bien ver y que muestra un estereotipo enorme es un pobre con ropa vieja o rota, no alguien con un móvil mejor que el tuyo.
Albert Sales, en su artículo Sobre cómo los pobres malgastan el dinero, habla de lo siguiente:
«Las personas en situación de pobreza son sospechosas habituales de estar gastando el dinero inapropiadamente. Ya sea porque reciben dinero público a través de subsidios o prestaciones, ya sea porque pensamos que en su lugar nos administraríamos mejor, nos vemos capaces de juzgar a personas y familias que han caído en ese “fracaso” social que llamamos pobreza. Se nos ocurre que vivirían mejor si no gastaran tanto dinero en comida basura y compraran productos menos elaborados y los cocinaran… total, tienen todo el tiempo del mundo, no deben tener empleo…
Pensamos que no priorizan correctamente las necesidades básicas… ¿Qué hay más importante que comer y tener un techo? Creemos que quizá es su forma absurda de malgastar el dinero lo que les ha llevado a la situación en la que se encuentran. Pero no nos planteamos que, en nuestra sociedad de hiperconsumo, la forma de gastar el dinero suele ser resultado de la situación».
Ser pobre es una mierda
«Cuando la pobreza conlleva perder la capacidad de elección, cuando no se puede elegir qué comer o qué ropa ponerse, cuando no hay proyectos a medio plazo ni esperanza en que la situación cambie los pequeños “lujos” se convierten en necesidades para mantener la cordura. No se hacen planes. Se vive al día y se buscan pequeñas ilusiones que ayuden a seguir respirando.»
Cuando hablamos de pobreza, por tanto, nunca podemos olvidar lo extraordinariamente duro que es sufrirla. No estamos hablando de vivir en pisos pequeños, comer mal, no ir al cine o estar en un barrio feo de la ciudad. Estamos hablando de miedo, angustia y temor constantes, así que piensa dos veces la próxima vez antes de juzgar
Te animo a leer el artículo de Jot Down Ser pobre es una mierda, es muy esclarecedor.
Y tú, ¿qué opinas sobre el racismo?
Bueno, hasta aquí por hoy. Acabas de descubrir que en Occidente somos racistas y que tenemos estereotipos tan calados que ni sabemos que los tenemos. He escrito este artículo por si alguien lo lee y no se había planteado nada de esto, pero también lo hago por mí misma. Así sigo aprendiendo. Y escuchando. Me encantaría que me contases qué piensas tú tras haberlo leído, porque creo que así podremos cambiar el relato y acabar con lo que un día pensamos que era cierto.
Tras 15 años vinculada al mundo de la cooperación internacional quiero compartir toda mi experiencia para ayudarte a encontrar el voluntariado o el viaje solidario de tus sueños. Puedes descargarte mi «Manual imprescindible para personas viajeras y solidarias que buscan diferenciarse» para empezar.
Grandísimo artículo, Sonia, enhorabuena!!! Me ha encantado 🙂
Es muy necesario seguir poniendo en evidencia la enorme carga racista y colonialista que tenemos como sociedad blanca. ¿Es incómodo? Sí, pero imprescindible.
¡Gracias por tan buen artículo!
Muchísimas gracias, Marta. Este es uno de esos artículos que no da «likes», pero bueno, creo que había que escribirlo. El libro es brutal, solo quiero que se lo lea la gente y poderlo comentar 😛 Yo también te leo y veo que vamos por el mismo camino, lo cual me alegra mil. Un besazo
Bravo Sonia!!! Me ha gustado muchísimo! Muchas felicidades, cuánto tenemos que aprender…
Gracias, Jordi. Yo también aprendo mucho cuando escribo los artículos. Lo bueno es tener disposición de escuchar y de seguir aprendiendo. Un abrazo
Muchas gracias por ayudarnos a abrir un poco los ojos y a hacer autocrítica.
¡Ánimo, un gran abrazo y muchas felicidades!
Gracias a ti por estar abierto a escuchar y a reflexionar, que no es fácil. Otro abrazo enorme para ti 🙂
Me encanta leerte, el artículo me produce una mezcla de pesadumbre y esperanza, seguro que podemos hacer un mundo mejor, ¡gracias Sosni!
Muchísimas gracias, Julit. No tenía ni idea de que me leyeras o que te interesasen estos temas, eso es que hace mucho que no hablamos 😉 Muy buena reflexión la que has hecho, olé tú. Un abrazo enorme