Ya te he hablado en alguna ocasión del síndrome del salvador blanco. En esta ocasión, te quiero reproducir un mensaje importantísimo que la gente no blanca nos quiere dar. Esta gente se llama No White Saviors.
No White Saviors (no a los salvadores blancos) es una campaña dirigida por un equipo de profesionales mayoritariamente femenino y mayoritariamente africano con sede en Kampala, Uganda. No White Saviors no dicen «no a los blancos», sino a que no seamos los héroes de sus historias. Nos hablan de que nuestro colonialismo nunca terminó, simplemente cambió de forma. También nos dicen que si no nos sentimos incómodos/as, es que no estamos escuchando.
Aquí está su web: https://nowhitesaviors.org/. También las puedes encontrar en Facebook, en Instagram o en Twitter.
Si miras sus redes, verás que cuestionan casi todo lo que los países occidentales estamos haciendo «para ayudar»: volunturismo, fotografías con niños/as africanos/as, mensajes paternalistas en redes sociales, influencers solidarios, agencias y negocios de viajes, envío de famosos/as a África para recaudar fondos, ciertas campañas y acciones de ONG, misiones, adopciones, orfanatos, proyectos de dudosa efectividad, películas en las que se refleja el complejo del salvador blanco… Vamos, que nos dan por todos los lados. Y lo menos que podemos hacer, tras siglos de colonialismo, es escuchar.
Aquí te dejo un vídeo con su presentación:
Tabla de contenidos
Cinco lecciones para evitar el white complex o complejo de salvador blanco (por No White Saviors)
Comprende la dinámica del poder y de los privilegios
Si eres blanco y/o un ciudadano extranjero que viene al continente a hacer algo bueno, es probable que estés accediendo a espacios en los que tienes una gran cantidad de poder y privilegios que se pueden ejercer para bien o utilizar para manipular, coaccionar, aprovecharte de o explotar precisamente a las personas a las que dices querer ayudar. Debes ser consciente de la dinámica de poder que existe dentro del trabajo que estás haciendo. Cuando hablamos de consentimiento, debemos ser capaces de pensar, de manera más crítica, sobre cómo el poder afecta la capacidad de cada uno para actuar según su voluntad y de defender sus propios intereses.
Si no lo harías en casa
Este no debería ser un concepto demasiado difícil de comprender, pero sin duda lo parece. Si no te comportarías de esa manera en tu casa, en tu propia comunidad, tampoco deberías hacerlo aquí. África no es tu patio de recreo ni un espacio para que «te encuentres a ti mismo» y aprendas a «apreciar todo lo que tienes» a expensas de nuestros ciudadanos más pobres y vulnerables.
Cuestiona siempre tus motivaciones
Antes de publicar ese #selfie con esos niños negritos de esa barriada o pueblo, antes de apuntarte a ese voluntariado o viaje misionero de 10 días, pregúntate realmente: “¿por qué?”. Tómate un tiempo para explorar tus motivaciones. Si no se te permitiese publicar una sola foto en redes sociales del buen trabajo que estás haciendo, ¿lo harías igualmente? Si lo haces por los motivos adecuados, no deberías ir buscando elogios o reconocimiento por tus buenas acciones.
Las buenas intenciones no son suficiente
Puedes tener buenas intenciones, hacer algo bueno y, a pesar de todo, causar daño. Sí, sabemos que la mayoría de las veces es involuntario. Sabemos que quieres hacer el bien, pero eso no es excusa o justificación para tu conducta problemática. Exigir que reconozcamos el bien que has hecho mientras evitas la responsabilidad y te niegas a escuchar cualquier otra cosa que no sean elogios es una manipulación y es abusivo.
Admite cuando te equivocas y mejora
No exigimos ni esperamos perfección. Solo te pedimos que estés dispuesto a involucrarte, a educarte y que empieces a pensar de manera más crítica sobre cómo participas en nuestras comunidades. Con toda una vida de educación y propaganda colonizada, tienes que decidir hasta qué punto estás realmente comprometido con la población o la causa por la que dices preocuparte tanto. ¿Te importa lo suficiente como para hacerte responsable de los errores del pasado y cambiar realmente tu comportamiento?
Aquí te dejo la publicación de la cual he sacado estas 5 lecciones (por cierto, en la publicación también se habla de la ONG inglesa Comic Relief, que evitó cualquier responsabilidad por el incidente de Stacey Dooley, una presentadora de televisión y periodista británica, en el que ella recogió a un niño al azar en Uganda y lo usó como accesorio para su selfie: no conocía a ese niño y el niño estaba muy incómodo con una mujer blanca al azar que lo recogía):
Hablemos del privilegio blanco
*** Como banca que soy, voy a hablar en este apartado en primera persona del plural o del singular, según toque.
El privilegio blanco es tener mayor acceso al poder y a los recursos que las personas no blancas en la misma situación (definición de Francis E. Kendall, autora del libro «Comprendiendo el privilegio blanco»). Sugiere que las poblaciones consideradas como blancas cuentan con derechos y beneficios gracias a su color de piel.
Esto no quiere decir que tener una vida complicada sea algo imposible para los/as blancos/as, sino que el color de nuestra piel no es un factor que haya hecho nuestra existencia aún más difícil.
El privilegio blanco es una mochila invisible
Peggy McIntosh, en su ensayo «Privilegio blanco: desempaquetando la mochila invisible» dice la siguiente frase: “Me enseñaron a ver el racismo solo en los actos individuales de maldad, no en los sistemas invisibles que conceden el dominio a mi grupo”.
¡Vaya! O sea que llevo años pensando que ser racista es odiar a las personas de otra raza y como a mí no me pasaba eso (y además trabajaba en cooperación internacional) yo no era racista y resulta que sí… Y he tenido que leer mucho, escuchar mucho y avergonzarme mucho para entonar el mea culpa. Porque mis racismos están velados, son invisibles. Son de dominio de grupo y privilegio. Y te lo voy a explicar para que lo entiendas mejor.
Talita de Fátima (activista afrobrasileña) en su artículo La izquierda blanca, y su antirracismo de conveniencia escribe este párrafo:
«Derek Chauvin (la persona que le puso la rodilla en el cuello a George Floyd) sois vosotros y nos ponéis la rodilla en el cuello con vuestra insistencia en decir que «todos somos humanos», «no veo colores» y todas estas frases de los blancos. Os gusta hacer «caridad» y estar metidos en ONG de negros/migrantes para decidir qué se hace y cómo se hace, porque confundís la solidaridad de clase con antirracismo, y creéis que estar ayudando al «negrito» de turno y estar yendo de «cooperación internacional» para ayudar en algún país africano es que no sois racistas y no se os puede señalar vuestro racismo gritante… Porque claro, si fuerais racistas no estaríais ayudando a los pobres migrantes/ negritos».
Desirée Bela-Lobedde (activista afrodescendiente) en su artículo Txarango y el privilegio de un mundo sin fronteras menciona lo siguiente:
«Tenemos que cambiar el mundo, sí, pero empecemos cerca de casa. Dejemos de intervenir en otros territorios de forma paternalista y de infantilizar a sus habitantes creyendo que, si las personas occidentales no van, no podrán salir adelante. Como dice frecuentemente Sani Ladan, “África necesita que la dejen en paz”, y eso es aplicable a cualquier otro territorio. Seamos parte consciente y cambiemos la deriva».
¡Zas, en toda la boca! Nos están diciendo que ya es el momento de que demos un paso atrás y les dejemos hablar por ellos/as mismos/as. Que tienen voz. Y cada vez suena más alta y más fuerte. Y menos mal, la verdad.
La cooperación internacional también es racismo
Por último, te dejo con la reflexión del equipo de la Asociación Mil Colinas, una ONG de Cooperación al Desarrollo que trabaja en Ruanda. En su artículo La cooperación como colonización: una cara más del racismo hacen una valoración de la cooperación que han realizado y nos dicen esto:
«Regalar caramelos por la calle a niñas y niños desconocidos. Dar la ropa vieja que nos sobra. Hacer fotos por postureo vulnerando los derechos de imagen de la infancia (cuanta más suciedad y pena dé, mejor), hacerlas públicas en todas las redes posibles. Mandar mensajes amarillistas a nuestro entorno, el discurso de: “no tienen nada pero son más felices” (nadie es feliz cuando sus derechos son violados), victimizando, actuando por lástima… Son tantas las experiencias, que nos hicieron cuestionarnos qué estábamos haciendo. Porque eso no es cooperación».
El complejo o síndrome del salvador blanco en clave de humor
Muchas son las cuentas que satirizan estas prácticas que tenemos la gente blanca de subir una foto en redes sociales con ellos/as en el centro y rodeados de «niños negritos» (por cierto, no hay que usar el diminutivo, negro está bien dicho y no es ofensivo). Esas imágenes suelen ir acompañadas de mensajes del estilo de «son tan felices con lo poco que tienen», «cuánto tenemos que aprender de ellos/as, me han abierto la mente» o «me dan lástima, qué pobres, no puedo soportar esto…».
Vamos a ver esas cuentas:
Barbie Savior
Barbie Savior es una cuenta que parodia el postureo en África. Tras este perfil están dos chicas que fueron voluntarias en África. Las fotos no tienen desperdicio y el texto que acompaña a las fotos, menos 👇
Infuencers sin fronteras
Un usuario (anónimo hasta donde yo sé) compartió en Twitter un álbum bajo el título de Infuencers sin fronteras con capturas de las fotos que muchos suben a las redes mostrando cómo «ayudan» a los que menos tienen.
Hay fotografías y textos mucho mejores y más clarificadores que los que te he puesto, pero he escogido estos adrede porque están más normalizados. Estas imágenes las vemos a diario en redes para adornar los muros o para que la gente escriba en comentarios lo buenas personas que somos. Solo quiero que te fijes en la cara del niño de República Dominicana (está encantado con la foto) y los gestos de los niños con la mano pidiendo en Masai Mara, Kenia. ¡Venga estereotipos! ¡Y venga fotos de niños/as sin permiso!
Humanitarians of Tinder
Todos/as sabemos que Tinder es una App para ligar. Pero cuando te haces selfies con niños de los países del Sur Global para ligar, todo cambia. Así nace Humanitarians of Tinder. Las buenas gentes que han creado esta cuenta han tenido a bien pixelar las fotos de los/as niños/as, pero en Tinder están sin pixelar.
Te invito a que hagas un recorrido por esta cuenta. Las fotos que he escogido son dos:
1.- Christine, una chica que le lava los dientes a un niño negro porque todo el mundo sabe que en África los/as niños/as no saben lavarse los dientes y tiene que venir una persona blanca no a enseñarles, sino a hacerlo por ellos/as. Y además hay que dejar constancia de ello y publicarlo. ¿En serio esto queda bien en la foto? 😒
2.- Wes, un chico rodeado de niños negros y él en el centro. Tú me dirás: ¿y qué problema hay con eso, si además a los/as niños/as les hace mucha ilusión ponerse en la foto? Pues hay dos problemas: uno que tú no harías esa foto en París, Alemania o España, entre otras cosas porque la ley prohíbe mostrar a menores sin consentimiento. Pero además es que no harías esa foto. Solo si vas a un país de América Latina, Asia o África la harías. Porque da likes, porque es guay.
Radi-Aid
Radi-Aid es una campaña de concienciación anual creada por el Fondo de Asistencia para Estudiantes y Académicos de Noruega (SAIH). A partir del vídeo satírico musical Radi-Aid: África para Noruega, la campaña centró en organizar los premios Radi-Aid Awards (2013-2017), celebrando lo mejor y lo peor de los vídeos de recaudación de fondos para el desarrollo. En 2017, también desarrollaron la Guía de redes sociales para voluntarios y viajeros.
Déjame que te comparta este vídeo en el que a la gente africana les enseñan las imágenes que usamos en Occidente para recaudar fondos para África. Están en shock y no me extraña…
Soy un salvador blanco (salvadora blanca) en recuperación
En 2003 hice mi primer voluntariado en Nicaragua. Ya había hecho voluntariado con infancia/adolescencia en algunas asociaciones de Zaragoza, pero me picaba el gusanillo de salir de mi país. En 2001 había viajado a Guatemala y en 2002 a Cuba y me había maravillado la experiencia. ¿Por qué no viajar y hacer un voluntariado a la vez?
Recuerdo ese día como si fuera hoy. Estaba supernerviosa. Había hecho un curso de formación con la ONG con la que viajaba y sentía que estaba preparada, pero estaba muerta de miedo ante lo desconocido. Mi tarea durante ese mes: dinamizar una casita de la niñez (algo así como los centros de tiempo libre de España) en un barrio de Ocotal, al norte de Nicaragua.
Cometí todos los errores del mundo, a pesar de la formación recibida: llevé regalos a los/as niños/as, formé a mi manera a los/as monitores/as porque ellos/as no sabían (y yo sí, claro), les conté mis desgracias de mujer blanca hipotecada hasta las cejas por el piso en el que vivía, les dejé dinero porque me daban pena, juzgué ciertos comportamientos… Madre mía, cada vez que me acuerdo me muero de la vergüenza…
Lo hice desde el corazón, sin creer que hacía daño (es más, creí que lo estaba haciendo bien). Me equivoqué… Ahora lo puedo contar, han pasado muchos años, tengo mucha experiencia en cooperación y he leído, escuchado y vivido mucho. Estoy en proceso de recuperación, de autocrítica y de desaprendizaje.
Del viaje de Nicaragua no tengo casi ninguna foto (no me gusta hacer fotos). Pero estoy convencida de que si hubiese habido móviles y redes sociales, hubiese inundado mi muro de fotos con niños/as y de mensajes condescendientes.
En febrero de 2020 monté mi proyecto Solidaridad Viajera para hacer viajes solidarios diferentes y únicos. Hay tres fotos en la web y en redes sociales que muestran el síndrome del salvador blanco: una foto de un niño negro de un banco de imágenes gratuitas, una foto de unos niños senegaleses que yo hice en 2019 (fatal por publicarla, ahora lo sé) y una foto mía con una niña saharaui que me hizo un compañero de viaje en los campos refugiados saharauis en 2007 (la foto de arriba). Esta niña tendrá ahora como poco 20 años, pero imagínate que por casualidad ve mi web y se encuentra en ella. ¡Mal, muy mal!
Yo pensé: «si quiero que la gente me acompañe en mis viajes, tengo que mostrar fotos». Te confieso que caí en lo de las fotos con niños, es un recurso fácil, estamos acostumbrados a verlas y causan emoción. No voy a quitar esas fotos porque me recuerdan un pasado que tuve. Las voy a dejar para recordarme que fui, soy y seré una salvadora blanca (espero que por poco tiempo).
Es algo normal debido a mi educación y a las construcciones sociales del país en el que he nacido. No me estoy justificando, simplemente es así. Tampoco hace falta flagelarse porque todos/as hemos empezado en este mundo en algún momento y todos/as hemos fallado. Es cuestión de escuchar y no sentirse atacado/a. De ser consciente y poco a poco detectar automáticamente este tipo de prácticas. Así que no te juzgues ni juzgues. Todo es una evolución.
Yo estoy convencida de que la cooperación para el desarrollo tal y como la entendemos ahora, los viajes con mensaje de «hay que ir allí para valorar lo que tenemos» y ciertos comportamientos paternalistas y caritativos que tenemos ahora no existirán en un futuro porque viene gente muy crítica (sobre todo de los países a los que «ayudamos»). Y las generaciones futuras se preguntarán cómo hemos podido hacer esto.
Te invito a ser un salvador blanco o salvadora blanca en recuperación. ¿Te apuntas? 😊
P.D. Si quieres revisarte o aprender, te propongo hacer conmigo el 🌎 RETO GRATUITO «WE ARE THE WORLD» 🌎. Este reto gratuito de 7 días (del 1 al 7 de marzo) consiste en aprender, debatir, desmontar mitos sobre la cooperación, las ONG, el voluntariado internacional, los viajes solidarios, el volunturismo, el complejo del salvador blanco, los conceptos de ayuda, caridad y solidaridad, diferencias entre turismo sostenible y responsable, cómo podemos hacer activismo con y sin viaje…
📌 Mi objetivo principal es orientarte y que resuelvas todas tus dudas 🙋♀️ Tienes toda la información aquí https://solidaridadviajera.com/reto-we-are-the-world/
Te espero dentro, merecerá la pena, te lo aseguro. ¡Gracias por haberme leído!
Tras 15 años vinculada al mundo de la cooperación internacional quiero compartir toda mi experiencia para ayudarte a encontrar el voluntariado o el viaje solidario de tus sueños. Puedes descargarte mi «Manual imprescindible para personas viajeras y solidarias que buscan diferenciarse» para empezar.